lunes, 17 de julio de 2017

JUEGO PATOLÓGICO: LA EVOLUCIÓN DEL TRASTORNO

JUEGO PATOLÓGICO: LA EVOLUCIÓN DEL TRASTORNO







La evolución hacia un juego patológico suele describirse a través de diferentes fases, la fase de pérdida:

  Quien juega mantiene una actitud excesivamente optimista que le conduce a aumentar significativamente la cantidad de dinero que arriesga en el juego. Una vez que la persona se ha hecho jugador habitual, el factor más importante que va a facilitar que se convierta en jugador patológico, según Lesieur (1984), es su accesibilidad al préstamo. Cuando el jugador pierde todo su dinero tiende a acudir a otras fuentes para conseguirlo. Cuando las deudas se han disparado y las posibilidades de obtener las cantidades de dinero que necesita se reducen, ve todas sus opciones disponibles para obtener dinero con que poder pagar estas deudas, limitadas a una: el juego. Se produce el fenómeno de “caza” descrito por Lesieur, consistente en que el jugador cada vez juega más para intentar resarcirse de sus deudas, cada vez pierde más y las pérdidas son mayores. Ahora ya no juega para ganar sino para recuperar lo perdido.


 Las deudas y pérdidas amenazan su autoestima y su situación financiera. Intenta reponer las deudas lo más rápidamente posible, para evitar que la familia, las amistades y otras personas lo lleguen a saber. Se convierte en un experto en buscar pretextos y excusas e inventar mentiras. 

 Los pequeños préstamos pedidos a familiares y personas de confianza al final de la primera etapa se convertirán, en esta segunda fase, en préstamos concedidos por banco, tarjetas de crédito y prestamistas como forma de inversión que serán devueltos con las futuras ganancias. Una vez que las fuentes de préstamo legal se agotan, el riesgo de realizarlos de forma ilegal emerge; pudiéndose cometer, algún tipo de robo, fraude, falsificación o estafas. Los delitos más comunes entre las mujeres jugadoras difieren de los cometidos por los varones. Destacan, la falsificación de talones, la realización de operaciones ilegales en el ámbito del juego y la irrupción en el mundo de la prostitución; siendo menos probable, en comparación con los varones, verse envueltas en estafas relacionadas con préstamos, evasión o fraude de impuestos, robos a pequeña y gran escala, venta de droga o de objetos robados. 

 La necesidad por recuperar el dinero perdido y poder devolver las deudas contraídas, hace que cada vez dedique más tiempo al juego, lo que provoca que destine cada vez menos tiempo e interés a la familia y al trabajo, unido al cúmulo de excusas y mentiras, hace que tanto en el marco familiar como en el laboral comenzarán a surgir problemas, siendo algunas de las consecuencias que siguen, y que van a agravar aun más el problema. La conducta de juego pierde el contexto social en que solía desarrollarse para convertirse en un juego solitario, la persona jugadora que en otro tiempo se presentaba como habilidoso es ahora un jugador menos ducho que, sin embargo, apuesta más. Su deseo más ferviente es tener un largo periodo de ganancias que le permita pagar las deudas y a su vez tener una reserva de dinero suficiente para seguir jugando sin necesidad de pedir prestado. Pero las ganancias, aunque ocurran periódicamente, son menores que las deudas, la presión de los acreedores aumenta y aquí es cuando quien juega se ve obligado a confesar a su familia, amigos, banco, etc., el problema, y decide e incluso promete que va a dejar de jugar. Esto dura poco tiempo, ya que vuelve a alimentar su optimismo irracional y la ilusión de ser impune y vuelve de nuevo a jugar.

Gabinete Psicológico G.SINadicciones

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