miércoles, 24 de diciembre de 2014

ALCOHOLISMO Y CONDUCCIÓN: GRAVES REPERCUSIONES

Graves repercusiones que tiene el consumo de bebidas alcohólicas en los distintos aspectos sociales, sobre la persona, sobre la familia, en el ámbito laboral y social en general, en la accidentabilidad, en la violencia y en la conducción y también entre los colectivos marginales




Tras una noche de copas, aunque te sientas bien, el consumo de alcohol y otras drogas:


  • Incrementa tu nivel de agresividad y hostilidad.
  • Asumes un mayor nivel de riesgo.
  • Se incrementan las distracciones.
  • Existe una mayor sensibilidad al sueño y la fatiga. 
  • Conducir requiere un alto nivel de concentración
  • Consumir alcohol y otras drogas puede provocar euforia o depresión


Consumo de alcohol y otras drogas:

  • Bajo los efectos de las drogas se altera la percepción y la estimación de distancias.
  • Resulta más difícil mantener la concentración.
  • Sobrevaloramos nuestras capacidades y se cometen más infracciones.
  • Se experimentan deslumbramientos y visión borrosa.
  • Cuando desaparecen los síntomas de las drogas aparece una fase de agotamiento físico y mental.
  • Los conductores están obligados a someterse a las pruebas de detección de alcohol y otras drogas.
  • La sociedad castiga cada vez con mayor dureza conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas, incluso con penas de prisión.


El consumo de bebidas alcohólicas tiene una implicación importante en los accidentes de tráfico. Según un informe de la dirección General de tráfico publicado en 2010, el 40% de los fallecidos en accidente de tráfico conducían bajo el efecto de una droga, y el alcohol estaba presente en prácticamente la totalidad de ellos, a veces solo y en ocasiones con otras sustancias.
La causa de muerte más frecuente entre los 16 y 24 años son los accidentes de tráfico con intoxicación alcohólica del conductor y a veces también de los acompañantes.

Para valorar que un conductor que ha bebido está cometiendo una infracción administrativa o un delito, existen dos criterios. El primero de ellos responde a la medición objetiva de la tasa de alcoholemia; y el segundo, a los síntomas que presenta el conductor de encontrarse bajo la influencia del alcohol, aunque la medición no supere la tasa objetiva para considerarse delito.
Se considera delito siempre que la tasa supere 0,60 mg/l, pero también si es menor pero presenta signos evidentes de influencia alcohólica (caminar vacilante, ojos enrojecidos, dificultades en el
habla…). Se inmoviliza el coche y se le cita para un juicio rápido. 

Si la tasa oscila entre 0,25 y 0,50 mg/l (profesionales y noveles, 0,15/0,30), se impone una multa de 500 euros, y un descuento de 4 puntos; entre 0,51 y 0,60 (más de 0,30 profesionales y noveles), la multa asciende a los 500 euros y resta de puntos alcanza hasta un total de 6. (Rodríguez J.I., 2010).

Según el informe sobre Alcohol de la Comisión Clínica del Plan Nacional sobre Drogas, la probabilidad de fallecimiento es cinco veces mayor entre los conductores y peatones que presentan una alcoholemia superior a 0,5 g/l, de forma que el consumo de alcohol está implicado en el 30-50% de los accidentes mortales, en el 20-40% de los accidentes con víctimas no mortales y en el 10-30% de los accidentes con daños materiales exclusivamente.

La conducción con 0,5 g/l de etanol en sangre supone casi el doble de probabilidad de sufrir un accidente de circulación respecto a la conducción sin ingestión de alcohol, aumentando dicha probabilidad progresivamente a partir de esta concentración; así con 0,8 g/l el riesgo es casi cinco veces mayor que el que presentan los que no han bebido alcohol. (Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. 2007).

En España dos de cada tres delitos contra la seguridad vial están relacionados con el alcohol. La mayoría de los conductores españoles (75% de los varones y 50% de las mujeres) son bebedores habituales, es decir han consumido más de 7 días en los últimos 30, aunque los que llevan a cabo conductas de riesgo son menos, el 22% de los conductores hace un consumo de riesgo, el 3’2% hace un abuso y se calcula que un 0’26% tiene una dependencia.

La afectación sobre la capacidad de conducción provocará una distorsión en el rendimiento psicomotor, aumentando el tiempo de reacción, se altera también la coordinación bimanual y la atención. Y por último se empeora la percepción de la velocidad, la distancia y la habilidad para seguir una trayectoria.

Se produce además una afectación de la visión y el oído, reduciendo el campo visual, alterando la visión periférica y disminuyendo la agudeza auditiva.
Por último y no por ello menos importante se provocan unos graves cambios sobre la conducta y el comportamiento a nivel cognitivo y psicofísico, lo que lleva a reacciones y comportamientos anómalos o absurdos, con respuestas temerarias, violentas, de euforia o agresividad, todo un “cóctel”que incrementará exponencialmente la probabilidad de sufrir o provocar un accidente.

El efecto de las bebidas alcohólicas sobre la conducción siempre estará en relación con la tasa de
alcoholemia (gr. de alcohol por litro de sangre), en la tabla siguiente podemos ver estos efectos.


  • 0’5-0’8gr.: los efectos no son muy aparentes, pero el tiempo de reacción es prolongado,
  • hay alteraciones en las reacciones motrices y euforia en el comportamiento.
  • 0’8-1’5gr.: locuacidad, hiperactividad, irritabilidad y euforia.
  • 1’5-3gr.: déficit de atención, rubefacción, disartria, incoordinación, lentificación
  • psicomotriz, agresividad, diplopía, marcha titubeante.
  • 3-5: labilidad emocional, somnolencia, vómitos, obnubilación, nistagmus.
  • más de 5gr.: coma etílico: inconsciencia, arreflexia, midriasis bilateral, hipotensión,
  • hipotermia. riesgo de muerte.

Según la Comisión Clínica antes comentada, el riesgo de un accidente con cifras de alcoholemia entre 0,2 g y 0,4 g/l es de 1,4 veces superior, con cifras entre 0,5 y 0,9 g/l es 11,1 veces superior, para 1,4 g/l, 48 veces superior y a partir de 1,5 g/l el riesgo estimado es de 380 veces superior. Es muy ilustrativa la curva de Freudenberg donde se reflejan las relaciones entre las cifras de alcoholemia y el riesgo de sufrir un accidente.

Este riesgo no obstante se alarga al día siguiente ya que incluso la resaca provoca alteraciones en la persona tanto a nivel físico, como cansancio y fatiga, como alteraciones en la percepción y el rendimiento psicológico que pueden facilitar que se produzca un accidente.

Fuente:
Monografía sobre el Alcoholismo. Socidrogalcohol
dgt.es