lunes, 11 de febrero de 2013

Los tranquilizantes con alcohol intoxican el cerebro

Incremento de accidentes y otras consecuencias negativas por la suma de ambas sustancias
Los últimos datos epidemiológicos sobre el consumo de drogas, publicados por el Ministerio de Sanidad, destacan que aumenta el consumo de tranquilizantes y se confirma el elevado número de personas que hacen “atracones” de bebida. Las principales conclusiones son que desciende el consumo de tabaco y drogas ilegales y que, para la mayoría de las drogas ilegales, las cifras de consumo son mínimas. Sin embargo se produce un alarmante incremento del consumo de pastillas tranquilizantes y para dormir, y se confirma otro alarmante dato, que ya se evidenció en la anterior Encuesta Domiciliaria, que es la elevada proporción de hombres que hacen “atracones” de bebida".
Ante esta situación, el Dr. Josep Guardia Serecigni, miembro de la Junta de la sociedad científica SOCIDROGALCOHOL, indica "puesto que la mayoría de personas que toman estos tranquilizantes, toman además bebidas alcohólicas, se suma del efecto de ambas sustancias, produciendo un mayor impacto de intoxicación sobre el cerebro. Por tanto, estas personas tienen un mayor riesgo de accidentes, caídas, lesiones, conflictos con los demás, alteraciones del comportamiento y sobredosis".

Los “atracones” de bebida son un patrón de consumo de riesgo de alcohol que consiste en ingerir una gran cantidad de alcohol en poco rato (5 o más consumiciones para un hombre, 4 o más para una mujer, en 2 horas).
"Esta manera de beber, indica el Dr. Guardia, produce una elevada concentración de alcohol en todo el organismo y por tanto también en el cerebro. El efecto de una gran cantidad de alcohol sobre el cerebro es un estado de intoxicación alcohólica aguda, que se manifiesta en forma de una “borrachera” que puede ser más o menos intensa, pero que aumenta claramente el riesgo de accidentes (de tráfico, laborales y domésticos), caídas, lesiones, conflictos interpersonales, discusiones, peleas, agresiones y otros incidentes, causados por la persona intoxicada, pero que con frecuencia victimizan a terceras personas y sobretodo a las personas que conviven con la persona intoxicada."

Entre los datos más relevantes de la Encuesta Domiciliaria elaborada por el Plan nacional sobre Drogas destacan:
  • En España, un 40% de los hombres y un 20% de las mujeres, entre 15 y 34 años de edad, se han emborrachado alguna vez, en los últimos 12 meses.
  • Entre un 20% y un 35% de hombres, entre 15 y 44 años de edad, hacen “atracones” de bebida (tomar 5 consumiciones de contenido alcohólico en 2 horas).
  • Aumenta el consumo de tranquilizantes, que es más elevado en mujeres, sobretodo en las mujeres mayores de 45 años (21%) y de 55 años (27%).

  • La mayoría de personas que consumen drogas o medicamentos tranquilizantes consumen también alcohol, un patrón de consumo de riesgo o poliabuso de ambas sustancias.
  • Los ciudadanos conocen algunos riesgos del consumo de drogas ilegales y también del tabaco, pero desconocen los riesgos que asume una persona que hace “atracones” de bebida o que toma medicamentos tranquilizantes o que hace un poliabuso de alcohol y tranquilizantes.

Tanto las bebidas alcohólicas como los tranquilizantes producen un efecto inmediato de enlentecimiento del cerebro y, por tanto, interfieren en el buen funcionamiento del cerebro. Algunas personas que sufren ansiedad o insomnio pueden recurrir a beber alcohol o a tomar medicamentos tranquilizantes o para dormir. Sin embargo, unas horas después de haber bebido (alcohol) o de haber tomado un tranquilizante (o pastilla para dormir) suele producirse un efecto de “rebote” de los síntomas de ansiedad o de insomnio, es decir que reaparece el mismo síntoma pero con una mayor intensidad que antes, lo cual le puede introducir en una espiral de agravamiento progresivo de su trastorno de ansiedad o del sueño.
Las benzodiazepinas, (que son el grupo de tranquilizantes e hipnóticos más consumidos) pueden deteriorar la coordinación de movimientos y aumentar el riesgo de accidentes, caídas y lesiones, sobretodo en personas de edad avanzada. También pueden empeorar la respiración durante el sueño, deteriorar las capacidades de concentración, memoria y aprendizaje. Además, pueden producir un efecto de “tolerancia” que conduce a un incremento progresivo de las dosis, “rebote” cuando finaliza su efecto y, cuando el cerebro se adapta a su efecto continuado, pueden aparecer síntomas de abstinencia y dependencia.
Es decir que, para muchas personas, los tranquilizantes no resuelven su trastorno de ansiedad y/o del sueño y además pueden generar un nuevo problema de abuso, cuando su efecto se superpone al de las bebidas alcohólicas, y de dependencia, cuando el cerebro se adapta a la toma continuada de tranquilizantes, ya que puede desarrollar una adicción a estos medicamentos. Cuando la adicción se ha consolidado, es probable que el día que deje de tomar este medicamento presente unos síntomas de abstinencia característicos, que en los casos más graves pueden llegar hasta un ataque epiléptico o un estado confusional, con ideas persecutorias.
Finalmente si una persona toma bebidas alcohólicas y tranquilizantes o pastillas para dormir, puede llegar a sufrir una sobredosis de estas dos sustancias que, por la suma de sus efectos, pueden producir un gran enlentecimiento de todas las funciones del organismo, que en los casos más graves puede llegar a una parada del corazón y la respiración.
Por tanto, la persona que toma pastillas tranquilizantes o para dormir no debería tomar bebidas alcohólicas y la persona que ha tenido algún problema con las bebidas alcohólicas no debería tomar tranquilizantes, si no puede dejar de tomar bebidas alcohólicas.

Los síntomas de ansiedad o de insomnio, con frecuencia son la consecuencia de otros trastornos psiquiátricos o adictivos, los cuales requieren una evaluación diagnóstica especializada y un tratamiento específico, que debería ser prescrito u supervisado por un profesional especializado. Por ejemplo, si son consecuencia de un trastorno depresivo o de una dependencia del alcohol, sería la depresión o el alcoholismo lo que habría que resolver primero. De lo contrario, si se prescriben tranquilizantes o pastillas para dormir y no se trata la depresión o el alcoholismo, lo más probable es que los síntomas de ansiedad o insomnio no mejoren, y además, el consumo continuado de tranquilizantes puede generar un nuevo problema de dependencia, con el riesgo añadido de la sobredosis si la persona toma además bebidas alcohólicas.

Fuente:  Noticias SOCIDROGALCOHOL, Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías.

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