La ambivalencia es un estado de la mente en el que
una persona tiene sentimientos conflictivos simultáneos sobre algo. En el caso
de las conductas adictivas, esto se aplica a la persona que se siente
claramente ambivalente entre llevar a cabo una conducta en cuestión (comer,
beber, fumar, jugar, etc.) o no realizarla. Dentro del proceso de cambio de
Prochaska y DiClemente, el periodo caracterizado por esta ambivalencia es la
fase de “contemplación”. La persona contempladora considera y rechaza el cambio
a la vez. Esta es una etapa del cambio normal y característica, aunque en
ocasiones sus manifestaciones quizá se atribuyan erróneamente a rasgos
patológicos de personalidad o a ciertos mecanismos de defensa.
Etapa en la cual los individuos son conscientes
de que existe un problema y piensan seriamente superarlo, pero aún no se han
comprometido a pasar a la acción. Esta conciencia sobre su problema adictivo se
observa en el hecho de que muchos de los adictos que acuden a tratamiento lo
hacen en esta etapa, si bien son reacios a compromiso (Graña, 1994).
Contemplación es “Saber donde se quiere ir pero no encontrarse todavía
preparado”.
La palabra en este estadio es la ambivalencia. Por un
lado, los sujetos son conscientes de su adicción y piensan en cambiar, por
otro, no tienen demasiada conciencia de que este cambio o, mejor dicho, los
esfuerzos necesarios para cambiar, vayan a reportarles beneficios.
Aspectos como el apego
del sujeto a la sustancia, entendido como una serie de procesos tales como la
adaptación fisiológica del sujeto a la sustancia y las consecuencias negativas
de la retirada de ésta, la tolerancia, o necesidad del aumento progresivo de la
sustancia a fin de poder experimentar el mismo efecto deseado, o los procesos
de aprendizaje o de condicionamiento, así como el conflicto que el
sujeto atraviesa antes de decidirse por abandonar el consumo, que en este caso
sería principalmente el de “aproximación-evitación”, son los ingredientes
principales de este estado de ambivalencia. Este conflicto parece tener un
potencial especial para mantener a las personas “paralizadas” y provocarles
estrés. Aquí las personas se sienten tanto atraídas como repelidas por un mismo
objeto.
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