Incremento de
accidentes y otras consecuencias negativas por la suma de ambas
sustancias
Los últimos datos
epidemiológicos sobre el consumo de drogas, publicados por el Ministerio de
Sanidad, destacan que aumenta el consumo de tranquilizantes y se confirma el
elevado número de personas que hacen “atracones” de bebida. Las principales
conclusiones son que desciende el consumo de tabaco y drogas ilegales y que,
para la mayoría de las drogas ilegales, las cifras de consumo son mínimas. Sin
embargo se produce un alarmante incremento del consumo de pastillas
tranquilizantes y para dormir, y se confirma otro alarmante dato, que ya
se evidenció en la anterior Encuesta Domiciliaria, que es la elevada proporción de hombres que hacen
“atracones” de bebida".
Ante esta
situación, el Dr. Josep Guardia Serecigni, miembro de la Junta de la sociedad
científica SOCIDROGALCOHOL, indica "puesto que la mayoría de personas que toman
estos tranquilizantes, toman además bebidas alcohólicas, se suma del efecto de
ambas sustancias, produciendo un mayor
impacto de intoxicación sobre el cerebro. Por tanto, estas personas
tienen un mayor riesgo de accidentes,
caídas, lesiones, conflictos con los demás, alteraciones del comportamiento y
sobredosis".
Los “atracones” de bebida son un patrón de
consumo de riesgo de alcohol que consiste en ingerir una gran cantidad de
alcohol en poco rato (5 o más consumiciones para un hombre, 4 o más para una
mujer, en 2 horas).
"Esta manera de
beber, indica el Dr. Guardia, produce una
elevada concentración de alcohol en todo el organismo y por tanto también en el
cerebro. El efecto de una gran cantidad de alcohol sobre el cerebro es un estado
de intoxicación alcohólica
aguda, que se manifiesta en forma de una “borrachera” que puede ser más o menos
intensa, pero que aumenta claramente el riesgo de accidentes (de tráfico, laborales y
domésticos), caídas, lesiones, conflictos interpersonales,
discusiones, peleas, agresiones y otros
incidentes, causados por la persona intoxicada, pero que con frecuencia
victimizan a terceras personas y sobretodo a las
personas que conviven con la persona intoxicada."
Entre los datos
más relevantes de la Encuesta Domiciliaria elaborada por el Plan nacional sobre
Drogas destacan:
- En España, un 40% de los hombres y un 20% de las mujeres, entre 15 y 34 años de edad, se han emborrachado alguna vez, en los últimos 12 meses.
- Entre un 20% y un 35% de hombres, entre 15 y 44 años de edad, hacen “atracones” de bebida (tomar 5 consumiciones de contenido alcohólico en 2 horas).
- Aumenta el consumo de tranquilizantes, que es más elevado en mujeres, sobretodo en las mujeres mayores de 45 años (21%) y de 55 años (27%).
- La mayoría de personas que consumen drogas o medicamentos tranquilizantes consumen también alcohol, un patrón de consumo de riesgo o poliabuso de ambas sustancias.
- Los ciudadanos conocen algunos riesgos del consumo de drogas ilegales y también del tabaco, pero desconocen los riesgos que asume una persona que hace “atracones” de bebida o que toma medicamentos tranquilizantes o que hace un poliabuso de alcohol y tranquilizantes.
Tanto las bebidas
alcohólicas como los tranquilizantes producen un efecto inmediato de
enlentecimiento del cerebro y, por tanto, interfieren en el buen funcionamiento
del cerebro. Algunas personas que sufren ansiedad o insomnio pueden recurrir a
beber alcohol o a tomar medicamentos tranquilizantes o para dormir. Sin embargo,
unas horas después de haber bebido (alcohol) o de haber tomado un tranquilizante
(o pastilla para dormir) suele producirse un efecto de “rebote” de los síntomas de ansiedad o de insomnio, es decir que reaparece el
mismo síntoma pero con una mayor intensidad que antes, lo cual le puede
introducir en una espiral de agravamiento progresivo de su trastorno de ansiedad
o del sueño.
Las benzodiazepinas, (que son el grupo de
tranquilizantes e hipnóticos más consumidos) pueden deteriorar la coordinación
de movimientos y aumentar el riesgo de accidentes, caídas y lesiones,
sobretodo en personas de edad
avanzada. También pueden empeorar la respiración durante el sueño,
deteriorar las capacidades de concentración, memoria y aprendizaje. Además, pueden
producir un efecto de “tolerancia” que conduce a un
incremento progresivo de las dosis, “rebote” cuando finaliza su efecto y,
cuando el cerebro se adapta a su efecto continuado, pueden aparecer síntomas de
abstinencia y dependencia.
Es decir que, para
muchas personas, los tranquilizantes no resuelven su trastorno de ansiedad y/o
del sueño y además pueden generar un nuevo problema de abuso, cuando su efecto
se superpone al de las bebidas alcohólicas, y de dependencia, cuando el cerebro
se adapta a la toma continuada de tranquilizantes, ya que puede desarrollar una
adicción a estos medicamentos.
Cuando la adicción se ha consolidado, es
probable que el día que deje de tomar este medicamento presente unos síntomas de
abstinencia característicos, que en los casos más graves pueden llegar hasta un
ataque epiléptico o un estado confusional, con ideas
persecutorias.
Finalmente si una
persona toma bebidas alcohólicas y tranquilizantes o pastillas para dormir,
puede llegar a sufrir una sobredosis de estas dos sustancias
que, por la suma de sus efectos, pueden producir un gran enlentecimiento de
todas las funciones del organismo, que en los casos más graves puede llegar a
una parada del corazón y la respiración.
Por tanto, la persona que toma pastillas
tranquilizantes o para dormir no
debería tomar bebidas alcohólicas y la persona que ha tenido algún
problema con las bebidas alcohólicas no debería tomar tranquilizantes, si no
puede dejar de tomar bebidas alcohólicas.
Los síntomas de ansiedad o de
insomnio, con frecuencia
son la consecuencia de otros trastornos psiquiátricos o adictivos, los cuales
requieren una evaluación diagnóstica especializada y un tratamiento específico,
que debería ser prescrito u supervisado por un profesional especializado. Por
ejemplo, si son consecuencia de un trastorno depresivo o de una dependencia del
alcohol, sería la depresión o el
alcoholismo lo que habría que
resolver primero. De lo contrario, si se prescriben tranquilizantes o pastillas
para dormir y no se trata la depresión o el alcoholismo, lo más probable es que
los síntomas de ansiedad o insomnio no mejoren, y además, el consumo continuado
de tranquilizantes puede generar un nuevo problema de dependencia, con el riesgo añadido de
la sobredosis si la persona toma
además bebidas alcohólicas.
Fuente: Noticias SOCIDROGALCOHOL,
Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las
otras Toxicomanías.
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